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Año 1.834 d.C.
Charles
Darwin llega a su quinto año de travesía a bordo del H.M.S.
Beagle, arribando a la isla nevada y sin vida. Stephen Barr,
uno de los cinco tripulantes de abordo, relata sus memorias
en su diario mientras ve pasar las insufribles jornadas
de su viaje. Después de una esperanzadora visión, los tripulantes,
emocionados, encuentran y desembarcan en la helada isla
esperando encontrar muestras de vida en ella. Durante la
expedición, no tardaron en encontrar unas huellas (de
lo que parecía ser un lobo) que se dirigían hacia una
cueva subterránea. Los cinco tripulantes se adentraron al
lugar siguiendo las huellas que dejó la criatura. Al perder
el rastro, los tripulantes deciden seguir el único camino
que queda.
Una fascinante expresión se dibujó en sus rostros al descubrir
una enorme caverna que escondía cuatro piedras preciosas.
Ignorando la importancia y el poder de las piedras, los
cinco tripulantes tomaron las piedras y se decidieron a
partir. Pero imprevistamente una silueta misteriosa salta
por los aires atacando en la garganta a uno de los tripulantes,
Paul Caulfield. Stephen, obligado a acudir en su ayuda,
intenta levantar a Paul del suelo. Un duelo entre hombres
y bestia provoca un derrumbe en el lugar. La bestia muere
ensartada en una estalagmita. Inevitablemente, Paul también
muere desangrado.
Después de enterrar a Paul
en el lugar, los cuatro tripulantes hacen la promesa de
no decirle a Darwin lo ocurrido. Pronto vuelven a embarcar
al Beagle, llevando cada uno una piedra Infada consigo.
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La
India: Piedra Infada
Uno de los tripulantes de
la embarcación H.M.S. Beagle viajó a la India donde se dispuso
a cambiar su artefacto (la Piedra Infada) por una mujer.
Allí encontró su muerte y la tribu del templo se quedó con
el artefacto. Este artefacto contiene poderes que van desde
magnetismo hasta grandes emanaciones de calor. Fue esculpido
en forma de lagarto en honor a sus dioses que adoptaban
formas mortíferas como depredadores.
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Desierto
de Nevada: Elemento 115
El segundo de los tripulantes
de la embarcación H.M.S. Beagle viajó a Estados Unidos,
donde armó un gran escándalo después de emborracharse y
terminó en la cárcel donde finalmente encontró su muerte.
Es probable que su artefacto fuera recuperado por el Ejercito
de Estados Unidos, dado su misterioso material y su inmensa
fuente de energía. En 1955, el ejército construyó una base
ultra secreta llamada Área 51, ubicada en un campo de pruebas
llamado Nellis, en medio del desierto, en un lugar llamado
Groom Lake, a unos 255 kilómetros al norte de Las Vegas,
en Nevada. La base se ha mantenido en extremo secreto y
su acceso es casi imposible. La base ha sido usada para
experimentos genéticos y para armamento militar altamente
sofisticado, especulándose que la base esconde naves intergalácticas
y seres extraterrestres. Cuando Lara llega a este lugar
subterráneo, lo que encuentra es justamente el OVNI supuestamente
estrellado en Roswell, en el año 1947, y a sus cuatro tripulantes
extraterrestres fallecidos. En medio de todo este revelador
hallazgo, Lara descubre el Elemento 115. Un artefacto desconocido
capaz de enjaezar ondas gravitatorias (propulsión) y fuente
de energía y combustible. También, el artefacto es un gran
receptor de estímulos mentales, capaz de despertar la conciencia
de la vida extraterrestre, como Lara descubre cuando sube
a bordo del OVNI.
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Islas
del Pacífico Sur: La Daga de Ora
El tercero de los tripulantes
de la embarcación H.M.S. Beagle viajó a las Islas del Pacífico
Sur, donde murió a manos de la tribu caníbal de los Polinesios
y le arrebataron su artefacto: la Daga de Ora. El patriarca
oculto en el templo de Puna se hizo con este artefacto y
colonizó una nueva especie mutante que se ocultaba en las
cataratas del Madubu George. El artefacto posee poderes
que multiplican y modifican organismos vivos, provocando
una evolución sumamente acelerada capaz de crear organismos
mutantes a partir de cualquier ser vivo.
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Londres:
El Ojo de Isis
El cuarto tripulante de la
embarcación H.M.S. Beagle, Stephen Barr, cayó presa de la
superstición, pues la muerte repentina de todos sus compañeros
se relacionaba de alguna manera con los artefactos. Stephen
decidió viajar a Londres y vender inmediatamente su artefacto
al mejor postor. Muchos años más tarde, el artefacto cayó
en manos de Sophia Leigh, una ambiciosa mujer, dueña de
una compañía de cosméticos que somete a sus empleados a
experimentos ilegales. Las mutaciones que sufrieron los
empleados de la compañía los obligó a subsistir en las catacumbas
de Londres, buscando el momento oportuno para vengar su
desdicha. El Ojo de Isis es una fuente inagotable de energía
que puede alterar moléculas. Su mal uso puede traer los
más trágicos incidentes.
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